Las camas de la pasión II, "El calientito"


“El calientito” es ese motel que está en antiguas calles, entre las avenidas La nada y La nada misma, donde ya llegar es complicado, y donde entrar es para valientes. Es en este tipo de motel donde puedes estar siquiera una hora, y te cobran no más de $1.500 (Chilean pesos), donde la poco aseada mucama te hace ver que ella es la reina pisando fuerte sobre ese antiguo parquet que suena como si se fuese a romper, y haciéndote pasar directamente a esa habitación con olores a fuertes colonias, desde Babyland pasando por la típica Flaño hasta llegar a las irreconocibles fragancias, con un cubrecamas de lanilla artesanal y, que un imaginativo, puede ver hasta lo que hizo la pareja anterior por lo mal estirada que quedó la cama de plaza y media.

En este motel, puedes tener con suerte un velador y ese viejo ventilador que obligatoriamente tienes que sentir el mal girar del aspa, porque la pieza se sofoca, con lo chica (no en altura) y maloliente que está. El baño, no tiene, que poco higiénico no. Claro está, no es el típico establecimiento donde en la puerta aparece el cartelito blanco indicando que ese es un lugar donde se expenden bebidas alcohólicas, es decir, es un apocentro ilegal. Pero es para muchos la salvación del señor todo poderoso, en pocas palabras, en este caso la calentura humana, porque ya por fuera, la fachada del establecimiento del amor, es una vieja casona, que se cae a pedazos, pero que en ese preciso momento para la pareja, es como estar traspasando la puerta del Palacio de Buckingham.

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